El hombre de la fotocopiadora, Ali, una versión árabe y envejecida de Ricardo Darín, me llama mientras espero para entrar en el despacho de la jefa de estudios, me toma del brazo y me dice que va a presentarme al lector italiano. El tantas veces, no tantas, mencionado señor Rossi aparece ante mí. Es un hombre mayor de cuarenta años, en cualquier caso una edad impropia para ser lector, o al menos para la idea que me he hecho siempre de un lector, no digamos para ser lector en Argel. Italiano, mayor de cuarenta y lector en Argel se me hace, pero sólo por un momento, inconcebible. El caso es que aquí está, plantado frente a mí, ofreciéndome su mano. En la otra lleva dos maletines, uno de piel y otro para el portátil. Lleva un chaquetón azul. Lleva una bufanda de un rojo gastado. Me pregunto qué hace aquí, y como en cierto modo me devuelve la imagen de mi propio reflejo me pregunto qué hago aquí. Me pregunto si es un espía. Nos estrechamos la mano. Hablamos en italiano. Hablamos de Italia y de Canarias. Me pregunta si ya he empezado a dar clases. Le digo que prácticamente desde que llegué. Se acerca y me dice confidencialmente que entonces ya me habré dado cuenta del carácter espartano de este lugar. Sonrío. La situación me recuerda a la escena del encuentro entre Martin Sheen y Dennis Hopper en Apocalypse Now. Intercambiamos números de teléfono, se ofrece para ayudarme en lo que haga falta, nos despedimos y lo miro alejarse por el pasillo, lo miro salir por la puerta del departamento. Salir a Argel sin pensárselo, como alguien que se desprende de un trampolín y da ese único paso en el aire sin saber si estará llena la piscina. Llena de agua en el mejor de los casos. Ni siquiera si habrá una piscina allá abajo. Apoyado en la pared, el hombre de la fotocopiadora nos ha estado mirando conversar. Me pregunto qué hace aquí.
Josué Hernández
4 comentarios:
Yo también me pregunto algunas cosas, Jota. Será la moda.
LLegar a Argel, al corazón de Argel, espero que no requiera una travesía parecida a la de la película. ¿Pero es el corazón de Argel tan oscuro?..
desde luego tiene más versiones que ese decididamente claroscuro de Brando...
El señor Rossi querrá comer. A los cuarenta se come. Doy fe.
Tiene delito que nos enteremos de tus andanzas por shuffle, jota.
Querida ay, tu siempre atenta con que la gente coma, duerma y esté calentita.
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