miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mal texto

2009. El cajón
Un gran cajón de madera va dando tumbos desde un pueblo del sur de Italia hasta el mar,no sin antes recibir la caricia de las luces urbanas de la moderna China al anochecer. A Luca le costó poco meter el cuerpo de Matilde en aquel cajón. 
En los muelles hay siempre un cajón con las dimensiones idóneas para guardar el misterio de cualquier persona. 1,50 por uno 1,50. Si es un artista: cabe el cuadro, el verso, la ultima copia del film mordida por un perro... El estallido de imaginación de 1,50 por un 1,50 reciclado en algo con la etiquetita de la fecha de caducidad, en algo humano. Si es un asesino: el instante, el secreto, la razón o la sinrazón guardada en aquel casquillo inútil. Si no hay misterio, la caja cerrada jugará a que tiene algo o a que no lo tiene. Si no es nada de lo anterior, si el misterio es una emoción real, entonces es algo mas complicado. 
Luca tiene 90 años. Matilde 89. Un precioso año de diferencia que Luca y Matilde han usado durante sus 68 años de matrimonio para tener divertidas discusiones. 68 años de matrimonio no pueden ser contados con poesías en la vida real, dolores sin el suficiente dramatismo para ser contados en mala literatura, esa que enumera y enumera: abandonos diarios por cuestiones económicas, llamadas furtivas desde el trabajo cual amantes...Carajo.
Luca metió en el cajón a Matilde tras la visita del doctor Buendía. -Luca hoy duermes solo-. Menos mal, describir como hacerlo con el cuerpo muerto me hubiera sido imposible. Luca actúa con cuidado, poniendo la profesionalidad de 68 años de experiencia. La besa, la acaricia, la crea. Es cierto Luca crea a Matilde. Después de tres segundos sin verla es como chocar con una galaxia. Carajo. Trum. Eso era el estruendo de mis gafas chocando con la mesa. Volvamos a la tercera persona por dios, volvamos a Luca. Luca lleva a Matilde en la Vespino Roja (Matilde se empeñó en que Luca guardara la moto a pesar de que en el pueblo se reían de el). Por fin llegan al puerto y Luca sienta a Matilde en una silla con la maldad que se hace siempre con los ancianos, certificando que ellos no pueden con el peso de la manzana de Einstein. Se hace de noche y el puerto se queda sólo para delincuentes, bandidos, violadores, borrachos, marineros extraviados... Aquí vuelven las enumeraciones. Creo voy a hacer la lista de la compra en vez de contar lo de Luca. Luca. Matilde soñando cae en el cajón. Luca podía simplemente haberla enterrado, o incinerado, y fin de la historia de Luca, fin de la historia de Matilde. Luca mete el cajón en un barco en el que duermen 500 chinos. Luca enciende la Vespino y se va a casa por última vez, para dormir por ultima vez, para soñar por ultima vez, para morir sabiéndolo, como otra cosa más de la vida, aputándolo entre la sopa e ir a comprar el pan al día siguiente... Matilde era el misterio más grande que había vivido Luca en su vida. Se imaginaba como un gran científico, como el de la manzana, con 68 años para desvelar un misterio, y Luca lo hizo. Pero no podía contarlo sin que resultara ridículo. Por eso Luca hizo lo que hace un camionero napolitano llamado Luca ajeno a mi mala literatura. Meter a Matilde en una caja y mandarla al océano pacifico para encriptarla como a un supuesto tesoro chino. Por cierto, perdonen al estúpido del narrador, pero me deje llevar por la ternura, me deje llevar por Matilde...

A.León

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Leyendo tu historia me dan ganas de escribirte cartas de amor.

¿Puedo?

Anónimo dijo...

Cómo no ibas a dejarte llevar por ella! Dónde la conociste?

¿y yo, puedo también?