"¿Cómo se explica esa antipatía, entre yo y ellos? Sin duda, lo que nos separa de entrada es que ellos proceden de la ciencia y yo, del arte. Rezuman universidad: esa pedantería, consciente y obstinada; ¡esos aires magistrales! Esa acritud, su insistencia en el tedio, su asocialidad, su soberbia de intelectuales, su rigidez... cuánto me molestan, cuán altivo es su lenguaje..., pero hay más: una razón más profunda de desacuerdo. Así como yo pretendo ser distendido, ellos resultan crispados, tensos, estirados, obstinados... y mientras yo "me aproximo a mí mismo", ellos sólo saben de una pasión: la autodestrucción; quieren huir de sí mismos, renunciarse. (...) La propensión a deshumanizarse debe necesariamente complementarse con su opuesta: el deseo de humanizarse, de lo contrario lo real se derrumba como un castillo de naipes y nace el peligro de quedar ahogado en el verbalismo de lo irreal. ¡No! Sus fórmiulas no saciarán a nadie. Vuestras construcciones, todos esos edificios que levantan permanecerán vacíos mientras no venga "alguien" a habitarlos".
Witold Gombrowicz
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