viernes, 7 de noviembre de 2008

El profesor ZinKun

Con el medio millón decidió trazar un plan y ejecutarlo. No habría precariedad por lo holgado del presupuesto y estaba entusiasmado. Al fín y al cabo nunca quiso ser científico. Y mucho menos científico loco. Los pelos ralos, la gafa redonda, los ojos hundidos y el color cetrino del que habita un laboratorio. Bah. Ya no tengo que justificarle nada a mis padres. Malditos. Ya los hubiera tenido yo cuarenta años metidos en estas cuatro paredes. El nóbel se lo iba arestregar yo por su tumba. Contrató a tres físicos recién salidos de la facultad de Strombjun. Becarios. Les dijo:
Quieren convertirse en alguien y ganar un nóbel? Pues obedezcan y trabajen ligerito. Sin errores. No me vale me pasé dos microlitros con la solución reactiva- les ilustraba con voz de niña impertinente- Seriedad es lo único que les pido. Y tiempo. Todo del que dispongan. Tienen hijos? Compromisos? Militan en alguna asociación de alumnos?. Despídanse. Todos asintieron con los ojos muy abiertos salvo uno, un repetidor rebelde que trató infructuosamente de boicotearle el plan al profesor ZinKun. Quedaron dos y el profesor.
A las siete en punto de la mañana del primer día del fín, el profesor llegó con un café solo manchándole los bigotes. En vaso de plástico. Pensó en llevar otros tres de la cafetería de fuera pero rápidamente se dio una bofetada por la compasión y se quitó la idea de la cabeza. Dejó el café. Calzó con guantes de látex y batas blancas a sus dos acólitos y ni siquiera preguntó por la ausencia del tercero. Sólo dijo - ustedes suplirán la mala cabeza de ese machango-.
Preparó micropipetas, tubos, tintes reactivos, solución salina saturada, encendió el espectrofotómetro, ignoró la felicitación de otro con bata que pasó por fuera y sentenció:
- El año que viene quiero el nóbel por desmontar mi última teoría: El origen del mundo, mucho antes incluso de las cargas iónicas de los hadrones, ocurrió cuando un haz de luz prácticamente invisible, atravesó, insólito, sí, un total de cuarenta y siete planetas alineados a lo largo y ancho del amplísimo Universo- estranguló el vasito de poliuretano entre sus blancas manos de pura emoción y lo lanzó a la basura cerrada. El vaso derramó dos gotas de café como sangre en el suelo- Venga! A trabajar!- gritó. Y se marchó.


LaU

No hay comentarios: